Two wheels touring
Con 15 años, Juan Carlos Pradera cató su primera moto. Era una Motoguzzi. Su hermano Diego aún contaba con cinco pero, la afición del mayor, como en las mejores familias, se convirtió en una ‘enfermedad’ del pequeño. 40 años más tarde, han fundado la primera empresa en España que alquila motocicletas de gran cilindrada. Y todo surgió de un viaje de dos ruedas que hicieron juntos a la costa oeste de Estados Unidos. Cuando lo evocan, no se puede reprimir la imagen de aquella película protagonizada por John Travolta y Tim Allen llamada Cerdos Salvajes.
Harley Davidson, Honda Goldwing, Victory Vision; son muchos los modelos que permite alquilar España en moto. Destaca un triciclo motorizado que se puede conducir con el permiso de coche ‘para los que no tengan el carnet y quieran experimentar la libertad del viento en la conducción’, cuenta Juan Carlos. Aunque, realmente, ‘el perfil de cliente es una persona de más de 30 años que ha sido motero y que quiere volver a experimentar el placer de conducir una gran moto’, explica Diego. Un placer que, dependiendo del modelo, varía entre los 80 y los 160 euros al día salvo que el vehículo se alquile por varios días lo que lleva una reducción en el precio.
No es sólo el placer de llevar motos de entre 10.000 y 35.000 euros lo que ofrecen estos hermanos. Juan Carlos y Diego quieren completar la experiencia motera del cliente gestionándole la totalidad de su viaje: rutas, alojamientos y comidas e incluso la posibilidad de llevar coches de apoyo cuando se viaje con niños o muchos días. Entre sus consumidores más ilustres ha estado una señora de 80 años cuyo sueño era que la llevaran en una Harley. Su nieto se encargó de hacer de cicerone, no obstante y ante la edad del copiloto, empresa y conductor decidieron cambiar el modelo por una confortable Honda Goldwing.
Aunque sólo llevan cinco meses abiertos, no han tenido ni esperan ningún drama con alguna de las motos. Sus requerimientos son muy básicos, una fianza y dos años de antigüedad con el carnet de motocicletas. No obstante, confían en la buena voluntad motera de cuidar unos vehículos que son joyas sobre dos ruedas. De hecho, Diego recuerda un cliente, ex motero, al que su mujer le había regalado un día en moto y que al devolverla lo había hecho tras lavarla a mano con la ilusión de que estuviera tan impecable como la había recibido. Es otro espíritu.
El espíritu que yace en dos hermanos que necesitan de la libertad que ofrecen un manillar y un carenado. Un espíritu que le lleva a Diego a comprarle a su hija mayor una Harley de 125 centímetros cúbicos hecha artesanalmente. Un espíritu que ha llevado a Juan Carlos a enlazar moto tras moto desde los 15 a los 55 años. Un espíritu que lleva a dos visionarios a abrir una empresa de alquiler de motos en plena crisis basada en una flota de cientos de miles de euros. Lo dicho, es otro espíritu.